jueves, 7 de febrero de 2013

El observador solitario: 201 años


Tal día como hoy, 7 de febrero —pero en 1812—, nacía Charles Dickens, probablemente uno de los autores más conocidos y prolíficos de la literatura británica decimonónica. Tanto es así que podríamos afirmar que  en muchos aspectos vemos la era victoriana a través de sus ojos (y de los ojos de Oliver Twist, David Copperfield, Pip, Esther Summerson… )

Pero, ¿quién era Charles Dickens? ¿Qué le impulsaba a escribir, cómo era capaz de crear esos personajes tan fascinantes? ¿Qué hay de su propia vida en sus obras? Dos títulos, ambos editados en España, nos pueden ayudar a responder estas preguntas:


Aprovechando la celebración en 2012 del 200 aniversario de su nacimiento, Edhasa tradujo esta estupenda biografía de Peter Ackroyd, quien también ha escrito sobre las vidas de Shakespeare, Poe, Newton, o Turner. Si bien es cierto que este “Dickens” se publicó ya en 1990 en el Reino Unido, todavía no había encontrado traductor al castellano hasta ahora, y se ha realizado sobre una nueva versión revisada y reducida a 700 páginas.

Akcroyd es un biógrafo exhaustivo, tanto a la hora de relatar su vida privada como para ahondar —a veces de manera tal vez especulativa— en sus motivaciones, pero  consigue un estilo ágil y ameno capaz de enganchar al lector. Dickens. El observador solitario no es la vida novelada del escritor, pero se lee como si fuera una novela.





Este ensayo está considerado por los especialistas —entre ellos Ackroyd— su mejor biografía. Aparece en un momento en que las obras de Dickens son denostadas por la crítica post-victoriana, y sirve de reivindicación del popular escritor, a quien Chesterton admiraba (también reivindica los Penny Dreadful, o las novelas de detectives, pero ya hablaremos de ello en otra ocasión).

Esta biografía de Dickens no tiene, en absoluto, el carácter novelesco de la anteriormente citada: sitúa históricamente al autor, hace un repaso personal de su obra y sus personajes más interesantes, lo compara con otros escritores, pero no existe en ella ese "hilo narrativo" que construye Ackroyd. Sin embargo, se trata de Chesterton: su reivindicación del autor es tan brillante y su juicio literario tan lúcido e inteligente, que uno entiende que lograse que las obras de Dickens fuesen reeditadas y se le ofreciese prologarlas. Un título, pues, imprescindible, que además viene exquisitamente editado por la editorial valenciana Pre-textos.



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